¿Cuáles son y cómo detectarlas?
Una señal de alarma es una señal que debe de alertar. Estas señales permiten detectar problemas de juego, desde los más leves hasta más graves. Resulta útil para las familias pues permite reflexionar sobre si existe un problema de juego. Tener en cuenta que algunas respuestas se basan en vuestro punto de vista (¡imprescindible!) porque no podemos saber qué pasa por la mente del/la adolescente en cuestión (sería agotador…). Si identificáis más de 3 señales, se recomienda consultar con personal especializado
1. Progresión del juego: para que el juego sea excitante, se necesita apostar con mayor frecuencia y mayores cantidades de dinero.
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¿Cada vez invierte más dinero en el juego?
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¿Apostar se ha convertido en algo que ya no le aporta la emoción inicial?
Normalmente, los/as adolescente que juegan de forma arriesgada, con el paso del tiempo, desarrollan la necesidad de seguir jugando para que vuelva a ser excitante y placentero. Tratan de conseguir la misma emoción que suponía apostar al principio. Unido, a que cada vez sus apuestas son cada vez mayores.
Pero, no es estrictamente necesario que sea un proceso lento. De hecho, es habitual obtener un gran premio en las primeras apuestas que derive en una situación problemática. Tampoco es necesario apostar grandes cantidades de dinero. Durante la adolescencia no es usual disponer de tanto, así pues, apostar pequeñas cantidades es también un indicador de una relación perjudicial.
2. ¿Mantiene la mente ocupada en los juegos de azar?
Este indicador es difícil de conocer, no somos adivinos/as como para saber qué pensamientos rondan por sus cabezas ¡tampoco es necesario! Los/as adolescentes también necesitan intimidad. Pero cuando estamos al frente de tal coyuntura… ¡qué difícil!
Tener la mente ocupada en apuestas significa revivir jugadas anteriores, desarrollar alguna forma para conseguir dinero para jugar (vender sus propios objetos, pagas…), o planificar futuras apuestas o jugadas.
Podemos encontrarles consultando las webs de casas de apuestas o de juegos de azar, canales de YouTube o Telegram mediante sus teléfonos, incluso pagar por adherirse a algún canal para conseguir información útil para sus apuestas. (La realidad es que nadie te va a dar la gallina de los huevos de oro).
3. El juego para afrontar emociones
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¿Los momentos en los que juega coinciden cuando siente emociones difíciles de manejar, que comúnmente son la culpa, ansiedad, depresión o desamparo?
Una manera de ver qué papel juegan los juegos de azar y las apuestas deportivas en las vidas de los/as menores es si juegan cuando sienten malestar emocional.
4. Pérdidas económicas
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¿Trata de recuperar el dinero perdido en el juego?
Los/as adolescentes que juegan de manera perjudicial sienten la necesidad de invertir mayores cantidades de dinero. Independientemente de que la situación económica no les haya desbordado, existe un problema de juego si tratan de recuperar las pérdidas económicas que supone jugar porque el dinero con el que contaban no es suficiente. Por estadística, conforme más veces se juega, más dinero se pierde. Una vez adentrados/as en esta fase podemos decir que la manera en la que juegan es perjudicial.
5. Ocultación del juego
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¿Ha mentido u ocultado que juega?
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Negación u ocultación de evidencias como tickets de apuestas, encuentros en lugares juego presencial, extractos en cuentas, etc.
El juego puede ser perjudicial si esconden en su entorno, principalmente a adultos/as y amigos/as,que juegan e incluso llegan a mentir.
“¿Qué haces tanto tiempo al móvil?” Apartan el dispositivo mientras consultan en páginas web las probabilidades. “¿Cuáles son tus planes hoy?” Y no incluyen en la respuesta que pasar por el salón está entre sus quehaceres.
6. Préstamos económicos
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¿Existen deudas?
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¿Cuenta con dinero de otras personas para financiar el juego?
Una vez existen deudas por muy pequeñas o grandes que sean, deudas son. Echar una partida al póker con los/as amigos para pasar el rato no debe suponer un agujero en el bolsillo. Incluso si no existen deudas, porque disponen de mucho efectivo, también puede haber un problema de juego.
Endeudarse significa que jugar ha salido fuera de los márgenes y del control. También el hecho de pedir dinero prestado y devolverlo más tarde; es más sutil que un microcrédito. Igualmente indica que no pueden manejar el deseo de apostar. Si sólo fuera una forma de entretenerse, no ocurriría.
7. Control sobre el hábito de jugar
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¿Alguna vez ha intentado cambiar el hábito de juego y no lo ha conseguido?
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Dejar de jugar
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Controlarlo
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Jugar menos
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Nos referimos a la necesidad de querer cambiar su relación con los juegos de azar para evitar que sigan siendo perjudiciales. Lo cual evidencia la necesidad de ayuda especializada.
8. Cambios en áreas vitales
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¿No se relaciona igual con su familia, amigos?
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¿Ha cambiado su implicación en otras actividades de ocio?
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¿Su rendimiento es peor en los estudios o su empleo? ¿Falta al trabajo o a las clases?
Encontramos cambios en el estado anímico de los/as adolescentes cuando por alguna razón tratan de frenar/dejar el juego. O no pueden apostar por falta de dinero, imposibilidad para desplazarse al lugar presencial, se le impide, etcétera. La falta de juego provoca inquietud –más de lo habitual-.
9. Respuesta emocional ante el juego
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La falta de juego por diversos motivos ¿provoca nerviosismo o irritabilidad?
Jugar a este tipo juegos suele suponer cambios en la dinámica de la rutina de las personas. Es por ello que se pueden ver afectadas áreas vitales como la académica, laboral, familiar y de amistad. Es síntoma de ello el aislamiento, un menor rendimiento y la pérdida de oportunidades laborales y académicas, y el empeoramiento de la relación con su familia y personas cercanas.
¿CUÁNDO JUGAR SUPONE UN PROBLEMA?
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